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lunes, 3 de agosto de 2015

Capítulo 16: ''Electricidad''

El chico se agacho para recoger el cubierto. No esperaba una tormenta y menos hoy, con el buen día que estaba pasando…Pese que el olor de la tierra mojada y el sonido de las gotas de agua al romper contra el suelo me encantaban, la idea de que existiera la posibilidad de que hubiera rayos y truenos no me llenaba de ilusión especialmente, no desde ‘aquel día’.
Volví en mi al notar la mano de Nathaniel en mi brazo. Me había quedado algo pasmada pensando en las palabras de a presentadora de televisión anunciando el inminente temporal, algo que el chico, preocupado, notó sin duda.

-              ¿De vedad que no te pasa nada? – el chico me miró con curiosidad
-              De verdad, no te preocupes- le sonreí y pareció quedarse mas tranquilo-.

Terminamos de comer, recogimos la mesa y nos pusimos a lavar los platos. Mientras el fregadero se llenaba de agua Nathaniel se giró hacia mí.

-              Siento que tengamos que fregar los platos. Mi tío es un obseso de la limpieza y si no lo hiciésemos se enfadaría muchísimo y, créeme, no querríamos verlo enfadado…jajajaja- el chico rio suavemente mientras se arremangaba las mangas del polo negro que llevaba puesto, dejando al descubierto sus pálidos brazos sobre los cuales advertí algunas cicatrices..
-              No te preocupes, no me importa, además si lo hacemos juntos terminaremos enseguida

La pila se llenó algo menos de la mitad de agua y cerramos el grifo, por lo que el agua se quedó tranquila. Mientras Nathaniel iba a por los platos yo me quede mirando mi reflejo en el agua. ¿Qué pudo haber sido lo que vi antes? Entonces en ese momento llego el chico con los platos, el vaso y los cubiertos.

-              Dame, te ayudo – le quite algunas cosas antes de que se le cayeran al suelo-.
-              Gracias – el chico me miro amablemente y se puso sobre la pila de agua. Nuevamente hubo algo que me resultó extraño-.

La luz de la cocina estaba encendida, ya que las nubes habían cubierto el cielo de la ciudad concienzudamente y no dejaban pasar la luz del sol, por lo que el interior de la casa estaba casi en penumbra pese a que todas las ventanas estaban abiertas. Podía ver la luz de la bombilla de la sala brillando en el agua, pero eso no debía ser así, de echo era imposible, porque Nathaniel estaba situado justo entre el agua y la luz de la cocina. Me asome por encima de su hombro pero en el agua solo me reflejaba yo. Sin embargo el chico estaba allí, delante de mí, limpiando los restos de comida sobre una bolsa de plástico situada sobre la encimera. ‘Deben ser imaginaciones mías’

-              ¿Ocurre algo? –el chico se giró despacio hacia mi pero sin llegar a mirarme a los ojos-.
-              Eh..no…todo bien…-me separé de su espalda y me puse a su lado para observar mejor el extraño suceso. Nuevamente solo se veía la luz de la cocina reflejada sobre el agua del fregadero-.

El chico se percató de que miraba el agua muy absorta y rápido metió un plato en el agua salpicándonos ambos algo de espuma.

-              Lo siento mucho, perdona. Se me estaba escurriendo.. límpiate con esto. – el chico me extendió un paño de cocina limpio para que me quitara los salpicones de espuma de la cara y de la ropa- Ya los lavo yo no te preocupes, ¿podrías esperarme en el salón?
-              No, no, te ayudo, así terminamos ant….- el chico me miró fijamente y me cortó antes de que pudiera terminar la frase-.
-              No, hazme caso, eres la invitada..

Le hice caso y me fui al salón.  El cielo se oscurecía cada vez más y las habitaciones de la antigua mansión se quedaban a su vez más oscuras con el avance de las nubes de tormenta sobre el cielo encapotado. No había llamado a mi madre para decir que no iba a comer pero aunque no la avisé no recibí ninguna llamada, ni de ella ni de mi padre, lo cual era algo raro. Saqué el móvil del bolsillo y llamé al teléfono e mi madre… (pii..pii..pii…..) Pero no hubo respuesta y saltó en buzón de voz, así que decidí mandarle un mensaje.

-Supongo que papá se habrá quedado a comer en el trabajo y mama y Max estarán por ahí…. – dije casi en susurro dirigiéndome había mi misma-.

En la calle se movía un fuerte viento. Podía verse como el aire zarandeaba las copas de los árboles como si fueran briznas de hierba. Me senté en el acolchado alfeizar de la ventana para observar el espectáculo. La luz que se colaba por los cristales de la antigua casa era gris y apenas iluminaba aquel salón antiguo lleno de encanto que siempre había deseado ver. Me asaltó la mente el pensamiento de hace unos instantes, cuando estaba sobre el hombro del chico, mirando mi propio reflejo sobre el agua del fregadero que parecía atravesar el inmaterial cuerpo de Nathaniel que estaba justo delante de mi…Seguía sin comprender por qué me estaba viendo a mí misma y no a la figura del pálido chico reflejada sobre la suave superficie del agua. Estaba inmersa en este pensamiento que, aunque imposible, no se me iba de la cabeza cuando de pronto una luz cegadora iluminó la sala tan solo un segundo y después se oyó un estruendo que me hizo caer del alfeizar de la ventana y gritar…. Había empezado la tormenta.
Nathaniel vino corriendo desde la cocina con las manos aun mojadas por el agua y me vió sentada en el suelo mirando hacia la ventana con asombro.

-              ¡Raven! ¿Qué ha pasado? ¿Por qué has gritado? – el chico se arrodilló y me cogió de los hombros para ayudarme a levantarme. Reaccioné y me levanté rápidamente del suelo-.
-              Eso…era un trueno…..y antes hubo un rayo…- dije mirando fijamente hacia la ventana. En la calle ya había comenzado a llover y se oía el murmullo de las gotas de agua cayendo sobre el asfalto y golpeando contra el cristal de la ventana y nuevamente apareció la luz de un rayo seguida del estruendo del trueno-.

Cerré los ojos y me agarré al brazo del chico con una mano. No sabía por qué lo había hecho pero estaba asustada. No quería que Nathaniel pensara que era una niña tonta y miedica pero no me gustaban los truenos.

-              Parece que es una tormenta eléctrica… - el chico me miró desconcertado pero pronto se dio cuenta de que es lo que pasaba así que me cogió de la mano con la que me estaba agarrando a su brazo y me sentó en el sofá-.

Nuevamente sonó otra secuencia de luz y ruido que hicieron que me tapara los oídos con las manos. La luz de la cocina se apagó y Nathaniel se levantó para comprobar que era lo que había ocurrido. Se había ido la luz.
El chico volvió. Oía sus pasos por el pasillo. Estaba acurrucada en el sofá, abrazada a un cojín. Sé que no estaba bien pero no podía  evitar actuar así. El chico se sentó a mi lado, sin decir nada pero pegado a mí. Me empecé a sentir  muy cansada y me estaba durmiendo, ya ni oía el estruendo de la tormenta contra los cristales y tampoco el estruendo de los rayos, solo de vez en cuando una luz que iluminaba la habitación y que me dejaba ver como Nathaniel, a mi lado, permanecía recostado sobre el brazo del sofá, con los ojos abiertos pero sin decir palabra. Por un momento deseé no quedarme dormida porque no sabía si al despertarme él seguiría allí, muy cerca de mí, en aquella mansión en la que siempre había deseado entrar… El sueño me pudo y lo último que recuerdo es haberme dejado caer sobre uno de los cojines del sofá, al lado de Nathaniel, con la agradable sensación de una mano sosteniendo la mía…



sábado, 5 de abril de 2014

Capitulo 14: ''Invitación de Indagación'' II

Me apresuré a subir al coche. L a gente que estaba observando la escena se apartaba de mi camino conforme iba avanzando hacia el coche. Una vez en la puerta Nathaniel me agarró de la mano y tiró de mi hacia el interior para cerrar la puerta cuanto antes y evitar las curiosas y molestas miradas del público totalmente atento a nuestros movimientos. El coche arrancó y yo, gracias al tirón que el chico dio de mi, caí sobre su regazo, y allí seguía. Rápidamente me incorporé y me aparté de él. El taciturno chico me miraba sonriente. Quizá fuesen imaginaciones mías, pero se le veía algo ilusionado. Me quedé mirándolo fijamente durante unos largos segundos hasta que el chico me hizo reaccionar.
-          ¿Ocurre algo?  - su voz me sacó de mi trance.

Nathaniel era un chico muy pálido, sin embargo, no parecía estar enfermo. Mechones de su cabello negro le caían sobre los ojos, los cuales seguían siendo una incógnita para mi. Nunca lograba acordarme de su color pero, más allá de eso, por alguna razón siempre tenía unos ojos tristes y vidriosos. Ansiosos de contar una historia jamás contada….Era difícil no perderse en ellos…
-          No..no pasa nada…- el chico permanecía sentado en la otra punta del vehículo, mirando por la ventanilla. Tenía un aire nostálgico-.
Estaba nerviosa. El corazón me latía rápido y no sabía por qué. Quería saber más acerca del chico con un aire misterioso y triste a la vez. No podía esperar a llegar a la mansión. El trayecto restante ninguno dijo nada. No podía dejar de mirarlo. ¿ Qué me pasaba?. De repente el chico se dio la vuelta. Me sorprendió y giré mi cabeza hacia la ventanilla. El día fuera ya no era tan brillante como antes. Percibí un par de nubes que flotaban en el cielo ‘’¿Lloverá?’’ me pregunté a mi misma.
Finalmente el coche se detuvo. El hombre que iba al volante se bajó para abrirle la puerta a Nathaniel. El chico se bajó y fue al otro lado apara ayudarme a bajar. Puse un pie en el suelo y seguidamente fui a poner el otro. Apoyé mal el otro pie y tropecé. Choqué contra el pecho de Nathaniel que me atrapó cogiéndome suavemente por los hombros. Olía bien… Nuevamente me aparté de él con rapidez.
-          ¿Estas bien?
-          Sí, sí.. estoy bien.. disculpa.. Hoy no debe ser mi día.. También me caí por las escaleras de mi casa…incluso me corté en el brazo….jajajaja…- solté una risilla nerviosa que enseguida se desvaneció cuando percibí que el choco me tomaba de la muñeca suavemente para examinármela-.
-          Deberías tener más cuidado Raven…Podrías haberte hecho bastante daño al caer por las escaleras.
-          No te preocupas. No me hice daño. Solo tuve un pequeño corte y apenas salió sangre –le sonreí-.
-          … - el chico me soltó el brazo y se dio la vuelta. Me hizo un gesto para que le siguiera y así lo hice-.
Entramos en la casa. Era una casa enorme de madera oscura muy detallada. Era preciosa. El salón no se parecía en absoluto al mío. Una chimenea presidía la sala, mientras dos sillones enormes de terciopelo rojo lo presidían. Las ventanas, también adornadas con cortinas de terciopelo rojo, eran altas y tenían un pequeño poyete interno en el que te podías sentar.  El resto de la casa era igual. Enfrente de la entrada había una larga escalera que giraba hacia un pasillo superior. Era exactamente como la imaginaba…No. Era mejor.
-Wuoohh…..- no puede evitar soltar un una admiración mientras me quitaba la chaqueta al ver el interior de la casa-.
- Dámela, La colgaré aquí –cogió mi chaqueta y la colgó en la entrada. Su actitud parecía diferente a la de un chico de nuestra edad-.
Me acompañó hasta el salón y nos sentamos en uno de los poyetes que había en una de las ventanas. Se podía ver la calle  y a la gente que caminaba fuera. El clima había cambiado totalmente. Parecía un día diferente al de esta mañana pues el cielo estaba de nubes y se tornaba amenazador.
-          Parece que va a llover..-esbocé una mueca de preocupación. Detalle que no se le escapó al chico que me miraba desde el otro extremo de la ventana-.
-          ¿No te gusta la lluvia?- me miró fijamente-.
-          No..es decir Sí, pero no es eso…
En ese instante apareció un hombre trajeado que dio unos golpecitos en la puerta de madera.
-          Nathaniel, voy a salir para atender unos negocios. Supongo que llegaré algo tarde, asi que os he dejado la comida en la encimera de la cocina. Si ocurre algo llamadme – en ese momento miró fijamente a Nathaniel, y ambos se mantuvieron la mirada durante unos segundos- Un placer conocerla Sr.Raven.
-          Lo mismo digo…-antes de que tan siquiera pudiera terminar la frase, el hombre ya había desaparecido-.
Sonó la puerta de la entrada, y tras un breve portazo, la casa se quedó en silencio. Estábamos él y yo solos en una casa antigua…¿ Podría mejorar la situación? Ambos nos quedamos en silencio unos minutos… Ahora Nathaniel parecía más serio que antes. Permanecía mirando al exterior con un semblante de seriedad y preocupación a la vez.
-          Oye… Ese hombre..que acaba de irse ¿Quién era?
-          Es mi tío Thomas – me miró unos segundos- Bueno, ¿tienes hambre? Vayamos a comer antes de que se enfrié lo que preparó mi tío.
-          Genial, tengo bastante hambre.
Seguí al chico a través del largo vestíbulo hasta una cocina muy ornamentada que se unía a una pequeña sala de estar que tenía una gran televisión incrustada en un mueble que ocupaba toda la pared.  También había una mesa y dos sofás. En la parte de la cocina, dividida de la otra estancia por una encimera de madera, había una puerta  que daba a un patio trasero.
-          Siéntate aquí. Iré a por nuestra comida. ¿Qué quieres de beber?
-          No no, tranquilo, te ayudaré
-          Enserio quédate aquí. Yo traeré los platos.
-          Esta bien..solo agua …
-          Enseguida traeré las cosas – me sonrió y fue hacia la cocina-.
 Las paredes estaban pintadas de un verde oscuro. En esa habitación también había ventanas, pero mucho más pequeñas que las del salón de antes. La mesa, los sofás y el resto de la habitación se reflejaban en la enorme tele que estaba hundida en el mueble, también de madera. Podía verme a mí misma  reflejada en la negra superficie de la televisión, y también la cocina en la que Nathaniel se encontraba. Algo extraño pasaba. Podía ver mi silueta pero… no la de Nathaniel. Miré de un lado a otro, intercalando la visión del chico preparando los platos con el reflejo del televisor. Por mas que me fijaba no podía verle. Por fín el cargado chico llegó a la mesa con los dos platos y un vaso de agua. Yo seguía mirando la televisión, y seguidamente lo miraba a él.
-          ¿Te pasa algo Raven?
-          Yo..em…-  el desconcertado chico me miró y después fijó su mirada mientras yo seguía intentando distinguir la silueta del chico que ahora, estaba de pie a mi lado. Él me miró-.
-          Quizá deberíamos encender la tele…- cogió el mando y puso un canal al azar, después se sentó a mi lado-.
Me quedé mirándole embobada un momento. ‘’Debió ser mi imaginación’’. En la televisión salían las noticias. A ninguno nos interesaban pero por alguna razón, ninguno cambió de canal. La comida era bastante apetitosa. Un filete de carne con patatas y n huevo frito. Me hizo algo de gracia, pues el tío de Nathaniel fue a lo seguro, ya que a todo el mundo, o a casi todos al menos, le gustan ese tipo de cosas.
-          Espero que te guste. Mi tío es un buen cocinero, pero esta vez no se rebanó mucho los seso para hacer la comida. Solo espero que no seas vegetariana. – El chico me sonrió y esperó a que cortara un trozo-.
-          Em yo…
-          ¿Qué pasa.? ¿Es que no te gusta? Puedo hacerte ota cosa si quieres
-          Soy vegetariana…….
La cara del chico se tornó en una expresión de tristeza y asombro. Su rostro lo expresaba todo
-          JAJAJAJAJAJAJAJA – reía al ver la cara de Nathaniel- Te estaba tomando el pelo. Me gusta tanto la carne como a un tigre, puedes estar tranquilo – el chico hizo una mueca de alivio y siguió mirándome sonriente-.

Corté un trozo del filete. Estaba jugoso y un poco crudo. Podía verse algo de sangre saliendo de él a la vez que iba avanzando con el cuchillo. Lo pinché y me lo acerqué a la boca. No tenía mal aspecto, pero la sangre me echaba un poco para atrás. Finalmente me lo metí en la boca. El chico seguía mirándome, esperando alguna expresión en mi cara. Me sorprendió mucho el sabor. Estaba delicioso, y mi cara no tardó en  delatarme. Nathaniel me sonrió.
-          Me alegro mucho de que te guste –tras esto siguió con su comida-.
Me sonrojé durante unos segundos. La sonrisa del chico era realmente embaucadora… Me dí cuenta de que él no tenía vaso.
-          ¿Tú no vas a beber nada? – el chico me miró seriamente-.
-          No yo…No tengo sed – cambió el gesto de su cara y me sonrió nuevamente-.
 Taras eso, ambos seguimos comiendo en silencio, solo interrumpido por el sonido de la presentadora de las noticias que estaba dando paso al pronóstico del tiempo.
‘’Les advertimos de que esta tarde sufriremos un repentino cambio del tiempo. Durante toda la tarde de hoy habrá fuertes chubascos en la zona norte del país. A todos ustedes que tengan asuntos pendientes que hacer hoy, les sugerimos que los cancelen temporalmente. Buenas tardes’’
Dejé caer el tenedor en el palto y Nathaniel me miró sorprendido. Me quedé mirando a la pantalla de televisión sorprendida. Con el buen día que estaba pasando…Aunque sabía que las cosas no podían salirme tan bien, no esperaba que hoy lloviese.
-          Raven, ¿estás bien? – el chico me miró-.
-     Habrá tormenta...

lunes, 7 de octubre de 2013

Capitulo 13: ''La Enfermería''

Bajé corriendo las escaleras de dos en dos y en el penúltimo escalón resbalé y caí al suelo. El peso de la mochila me impedía levantarme. Era extraño que tras el golpe de la caída nadie hubiera salido de su escondite para socorrerme. Por un momento me dio la sensación de que era muy tarde. Miré el reloj y apenas eran las ocho menos cuarto, entonces,¿ dónde estaba el personal? Me levanté de las escaleras cuidadosamente y me sacudí la ropa.
-          ¿Mamá…? – grité al aire, pero nadie contestó.-
Fui hacia la cocina y sobre la mesa se encontraba una taza con mi desayuno. Ni mi madre ni mi hermano debían estar en casa y mi padre estaría trabajando. No había nadie. Ni Jack había acudido al desayuno. Me senté en una de las sillas y tranquilamente me tomé mi solitario desayuno a base de tostadas y un vaso de café con leche con más azúcar que cualquiera de los otros dos ingredientes. Metí el vaso y el plato en el fregadero, cogí la mochila que seguía estando abandonada en las escaleras y cerrando la puerta con llave tras de mi salí de mi casa. La mañana estaba envuelta en un aire fresco y en el cielo no había una sola nube. De camino hacia el instituto Saint Century aun me sobraba algo de tiempo para dar un rodeo y pasar al lado del cementerio. La pasada noche ya había estado allí pero quería verlo mejor a la luz del día. Efectivamente estaba totalmente custodiado por una casi frondosa vegetación. Las lápidas estaban partidas y la mayoría de los epitafios fueron borrados por el paso del tiempo. Me metí por una callejuela y me apresuré a llegar al instituto antes de que el conserje cerrase la gran verja de hierro ornamentado. Pasé por los pelos y con la agilidad de una lagartija me abrí camino entre los estudiantes hasta mi clase. Dejé caer la mochila en el suelo al lado de mi sitio y erguida saqué un cuaderno y me puse a garabatear. Estando inmersa en mi ‘’obra de arte’’ no oí llegar a Rían que ya desde por la mañana temprano no podía dejarme en paz.
-          Oh que bonito – le noté cierto sarcasmo en su voz- se te da muy  bien dibujar –el rubio giró la silla del pupitre de atrás que permanecía vacío y se sentó con mi dibujo en las manos. Esta mañana estaba distinto, parecía mucho más serio y menos repelente que como de costumbre- Se te da muy bien dibujar ángeles. Qué envidia – no sé si fue por la desganada apariencia o por ese ‘’que envidia’’, pero a Rían debía de pasarle algo-.
-          Rían, ¿ estás bien? – en un situación normal nunca le hubiera preguntado ni me hubiera interesado por él, pero estaba tan abatido que no pude frenar mi curiosa preocupación-.
-          Vaya.. Raven Madison preguntándome que si estoy bien… eso es todo un acontecimiento… -dejó de mirar mi dibujo para mirarme directamente a los ojos- Tranquila, estoy bien, solo estoy un poco….- el chico se paró en seco y me miró a la muñeca, la cual tenía apoyada sobre el respaldo de la silla- ¡ Raven, estas sangrando!
-          Oh, es verdad – me miré la muñeca y de una pequeña raja salía aún sangre, mientras que a su alrededor se aglomeraba sangre reseca- Esta mañana me caí bajando por las escaleras. No es nada. – el chico me miró durante unos segundos y tras un breve resoplido me agarró del antebrazo y me levantó de la silla delicadamente-.
-          Venga, vamos a la enfermería anda…
Al salir de clase nos encontramos al profesor y tras unas breves explicaciones nos dejó proseguir hasta la enfermería. Ya no había nadie por los pasillos y desde fuera se oía a los profesores dar clase a unos aún adormilados alumnos que desde sus sitios luchaban por no caer dormidos en sus mesas. Rían permanecía agarrándome del brazo firmemente mientras caminábamos en silencio. El chico estaba raro. Parecía que le costaba un mundo moverse y esa chulería de divo suya característica parecía haberle dado unas vacaciones esta mañana. Llegamos a la puerta de la enfermería que se encontraba en el mismo pasillo que la sala de profesores. Llamamos a la puerta pero no había nadie. Se suponía que los utensilios de desinfección estaban al uso del alumnado bajo un tratamiento responsable así que sin ninguna pregunta innecesaria Rían abrió uno de los múltiples armario y sacó unos algodones y una botella de agua oxigenada. Se sentó en una de las camillas que había.
-          Ven, siéntate aquí – el chico parecía muy seguro de lo que estaba haciendo. Me tomó la mano y suavemente dejó escurrir algunas gotas sobre mi muñeca y otras sobre un algodón. Hasta que él no me lo dijo no me había dado cuenta de que estaba sangrando. Ni siquiera me dolía-.
Rían estaba como disperso. Mientas él me vendaba la herida yo me dediqué a escudriñarle con la mirada. La verdad es que no era feo, pero su personalidad lo mataba.
-          Ya está – miró el vendaje satisfecho y me dedicó una sonrisa-.
-          Muchas gracias…
-          De nada
Se produjo un silencio incomodo durante unos segundos hasta que decidí decir algo.
-          Oye…- no me dio tiempo a decir nada más cuando ya tenía al chico encima. Los dos caímos sobre la camilla de sábanas bancas.- OYE TÚ ¿QUÉ ESTAS…- Me di cuenta de que Rían no se movía. El chico respiraba aceleradamente sobre mí. Logré incorporarlo y tumbarlo hacia atrás. Le toqué la frente…Estaba ardiendo. Rían se había desmayado. En aquel momento afortunadamente apareció la enfermera que dejando el café en una mesilla corrió hacia nosotros-.
-          ¿Qué ha pasado?- la mujer copió mi acción y le tocó la frente- Tiene fiebre.
-          Vinimos a curarme una herida cuando mi amigo se desmayó. Llevaba un rato estado raro.
-          Vale ve a la sala de profesores y dile a alguien que llame a casa de este chico y que vengan a por él.
Corrí fuera de la enfermería y entré en la sala de profesores aceleradamente. Por fin le dije a una de las profesoras que estaba allí que contactaran con la casa de Rían. Esperamos durante unos segundos, pero la línea pitaba al otro lado del teléfono. No había nadie en su casa. Volví a la enfermería.
-          Han llamado, pero no había nadie en su casa..
-          Um pobre chico, tendrá que quedarse aquí. ¿Cómo te llamas? –la enfermera se me quedó mirando.
-          Me llamo Raven Collins..
-          Bien Raven, ¿te importaría quedarte aquí con él?. Solo ha sufrido un desmayo, estará bien en cuanto se despierte.
-          Oh, pues…-reflexione unos segundos- no, no me importa, pero perdería clase..
-          No te preocupes. Yo avisaré a tu profesor. ¿De qué clase res?
-          De la clase 14
-          Bien. Pues es que yo tengo que ocuparme de unos papeles en secretaría, así que no puedo quedarme con él. Pero no le pasa nada grave así que si tú te quedas con él hasta que  se despierte no se sentirá tan solo, a demás, no tardará mucho en despertar – la mujer me dedicó una sonrisilla infantil y sacudiéndose la falda Salió cerrando la puerta de la enfermería, quedándonos así, el inconsciente Rían y yo solos-.
Me quedé allí, sentada en la cama, en silencio. Rían estaba dormido a mi lado y parecía tan inofensivo… quise acercarme más para observarle mejor…Rápidamente aparté esa idea absurda de mi mente y me levanté a mirar por la ventana. El día parecía haber sido sacado de una de esas películas americanas en las que siempre lucía el sol. Estábamos en uno de los pisos superiores del edificio. Desde allí arriba se veía el césped y las enredaderas subir por la pared del edificio. El tiempo seguía pasando y cada vez me entraba más y más sueño… Llegó un momento que el que los párpados me pesaban u los ojos se me cerraban. Me costaba un mundo parpadear. Esa noche no había dormido bien tampoco asiqué me tumbé en una de las camillas contiguas a la de Rían y me quedé dormida.
Cuando desperté ya era el recreo. Supongo que e murmullo de los estudiante fuera de la enfermería fue lo que me despertó…o quizás la irritante mirada de rían que, ya bien despierto, me miraba tumbado cara a cara enfrente y muy cerca de mí.
-          ¿Qué tal la siesta, mi oscura bella durmiente? – pegué un respingo para atrás al ver el rostro del rubio tan cerca de mí. Se notaba que ya se encontraba mucho mejor (para mi desgracia)
-          Sabes Rían, me gustabas más estando inconsciente en la camilla, o medio moribundo a punto de desplomarte. – le miré con recelo
-          Puedes decir lo que quieras Raven, pero te has quedado conmigo todo el rato mientras que estaba inconsciente. La enfermera me lo ha dicho cuando me desperté –me miró con sonrisa de ganador imbatible- Eso es ‘’punto’’ para mí Preciosa. – acto seguido se levantó de la camilla y ambos regresamos a clase-.
El odioso chico, ya repuesto de todos sus males, caminaba delante de mí con aire superlativo. Nada más pasar a clase todos se nos quedaron mirando a ambos. A Rían por su repentino desfallecimiento, y a mí por haberme quedado haciéndole compañía al chico. Todas las chicas de mi la clase me miraban furiosas. La noticia de que había pasado dos hora y un recreo a solas con ‘’El Príncipe’’ de la clase, se había difundido como la pólvora. Si bien ya estaba acostumbrada a las punzantes miradas de mis compañeros, esa situación era incomoda. Muy muy incómoda. Me sentía observada por todos los flancos…Solo una idea me resultaba reconfortante en aquel instante. La invitación a comer a la mansión con Nathaniel Rembrance después de la jornada lectiva. Estaba deseando que las clases terminaran. Pero ahora, especialmente, más que de costumbre… Notaba que las tres compañeras carroñeras de Rían me maldecían a mis espaldas.
Llegó la última hora y en el último minuto de clase sonó de manera esperanzadora. Me apresuré a salir de clase y nada más salir por la vieja portada interior del edificio, Rían me adelantó por un lado, dándome un golpecito en el hombro.
-          Mañana repetimos ¿eh?-me miró de forma malvada y se escabulló entre la multitud-.
Fuera de la verja del instituto un corrillo de chicos que miraban un coche negro y lujoso aparcado en la acera justo enfrente de la vieja verja de hierro por donde salían todos los estudiantes. Me acerqué a mirar y la puerta del coche negro se abrió dando paso a una imagen de Nathaniel que me tendía la mano desde el interior del coche.
-          Subes?

jueves, 3 de octubre de 2013

Capitulo 12: '' El Cementerio''

Con la cabeza pegada a la almohada, pensaba en un plan para inmiscuirme sin llamar mucho la atención, en las habitaciones de la mansión. La mejor opción sería esperar a que Nathaniel saliera de la habitación unos minutos para poder escabullirme en busca de cualquier objeto de curiosidad…
-          ¿O quizá debería utilizar la milenaria estrategia de “¿puedes decirme donde está el baño?”?...-mascullé a modo de pregunta retórica para mí misma-.
El gato se me quedó mirando con la barbilla apoyada en mi estómago. Por lo general me pasaba las tardes metida en mi cuarto. Escuchando música, leyendo, viendo alguna película… ero hoy hice una excepción. Oskfild era una de esas ciudades que en un momento remoto de su historia, fue una ciudad muy pequeña, que a lo largo de los haños fue creciendo en torno a su parte antigua. Por lo tanto el cementerio de la ciudad estaba precisamente en una parte de casco histórico de la ciudad, en el centro, no muy lejos de mi casa. Ya seria sobre las seis y media de la tarde. Bajé corriendo las escaleras saltando desde el penúltimo escalón, como siempre, y fui al salón a avisar a mis padres de que salía. Mi padre estaba tumbado en un sofá, con la boca abierta y roncando mientras sujetaba el mando de la televisión con la otra. En cambio mi madre permanecía recostada en otro sofá con un libro de un grosor bastante importante, en las manos.
-          Mamá, voy a salir un rato a dar una vuelta por el centro. No tardaré en volver.
-          Vale, pero no vengas muy tarde eh?- me quedé mirándola. Mi madre estaba tan metida en su lectura que ni si quiera oyó la segunda frase de las dos únicas que había pronunciado-.
-          Nooo.- solté desde la puerta-.
-          ¿Llevas dinero? No te olvides las llaves. -no despegaba los ojos del libro-
-          Siii  - me puse mi chaqueta y me fui-.
Empezaba a correr una  brisa un tanto fría por lo que me subí la cremallera hasta arriba y eché a andar hasta el centro. Las farolas se iban encendiendo poco a poco. Muy lentamente iban ganando fuerza como si les costase. Ya serían las ocho. Entre unas cosas y otras me entretuve, y para cuando llegué a la puerta del antiguo y silencioso cementerio, ya era tarde. Me quedé ante la verja unos instantes. Mirándola. Contemplando cada detalle oxidado del retorcido hierro. Iba a darle un suave empujón para abrirla cuando sentí algo a mis espaldas.
-          No ganarás más reputación en esta ciudad por asaltar tumbas, Raven –me dijo en tono burlón la voz-.
-          No voy a asaltar tumbas. Solo quería saludar a unos amigos que se morían por verme – le seguí la corriente y ambos reímos estúpidamente-.
Nathaniel se apartó de mi espalda y se colocó a mi lado. Puso una mano en la puerta.
-          No vas a poder abrirla aunque empujaras con todas tus puertas. Este cementerio lleva mucho tiempo cerrado ya. Se quedaron sin sitio e hicieron uno nuevo en las afueras un poco mas retirado de la ciudad. No han trasladado las tumbas de aquí porque el alcalde lo consideró que era un “monumento histórico”, pero está cerrado con llave -separó la mano de la verja de hierro- Pero siempre podemos saltarla  - me miró sonriente. Yo también me quedé unos instantes mirándole-.
-          No descarto que algún día lo haga. Me resulta muy interesante. Aunque sea un cementerio, es muy bonito. Las tumbas húmedas y enmohecidas por el paso del tiempo tienen su encanto.
-          Ahora mismo no te lo recomiendo la verdad. Está todo  lleno de hierba y hay muchos mosquitos que son molestos. Yo diría que la mejor época para asaltar tumbas seria en otoño o invierno
-          Te tomo la palabra.- le miré decidida-.
-          Deberíamos irnos antes de que alguien nos vea merodeando por aquí. Y más con nuestras pintas. Podrían hasta multarnos sin haber hecho nada – me cogió de la muñeca y suavemente me sugirió que le siguiera. Estuvimos andando durante un tiempo. Ya había anochecido y nos paramos en un parque cercano a nuestras casas. Fuimos a sentarnos a unos columpios y allí nos quedamos hablando-.
-          Raven, ¿mañana querrías venir a mi casa?... Me refiero para el trabajo claramente…- se quedó en silencio mirando al suelo esperando una respuesta-.
-          Claro, ¿a qué hora quieres que vaya?
-          Bueno, mañana no voy a poder ir a clase porque tengo que hacer unas cosas con mi tío, así que, si tus padres te lo permiten podrías venir a mi casa a comer – me quedé sorprendida ante la invitación del chico, y este, al ver mi cara reaccionó- Si tu quieres claro.
-          Si si. Claro. Quizá podríamos hacer el trabajo sobre tu casa. Es una mansión bastante antigua y segur que tiene una historia muy interesante.
-          Es una muy buena idea. Podemos preguntarle a mi tío si necesitamos saber algo más concreto.
-          Genial, pues ¿después de clases voy a tu casa?
-          Si, te estaré esperando. Deberíamos irnos, se hace tarde.
Ambos nos fuimos de camino a nuestras casas. Durante el trayecto restante casi no cruzamos palabra. No era demasiado tarde pero aún así las calles estaban demasiado vacías para ser un día de entre semana. Al llegar a una esquina nos despedimos. Me quedé observando cómo se alejaba por la calle y después me fui casi corriendo hacia mi casa. Al llegar mi madre aún seguía leyendo, así que la saludé y me subía mi habitación. Aun no era la hora de cenar y no quería molestarla. Al otro lado del pasillo se oía a Max jugando a uno de sus videojuegos y gritando al vacío cosas sin sentido. Jack no estaba en mi cuarto. De vez en cuándo el minino vagabundeaba por los tejados de las casas contiguas para luego volver a casa entrando por la cocina o por la puerta de atrás y, como último recurso, en defecto de las anteriores, por la ventana de mi cuarto, tirando los botes con lápices y bolígrafos que descansan sobre el escritorio. A la hora de la cena le conté a mis padres la proposición de comida de Nathaniel para el día siguiente. Tas una mirada rápida entre ambos, mi madre accedió con la única condición de que un día viniese él a casa. Se lo estaban tomando demasiado bien en mi opinión.

Aquella noche estaba destemplada. La fría brisa que corría en la calle y que entraba por la ventana me resultaba molesta aún estando tapada con la sábana hasta las cejas. Últimamente siempre tenía el mismo sueño, y para mi desgracia ese día no iba a ser una excepción. A la mañana siguiente mis ojeras hicieron presencia. ¿Por qué me atormentaba siempre el mismo sueño? Estaba empezando a desquiciarme un poco. Fui al cuarto de baño y me lavé la cara. Volví a mi habitación a vestirme, y tras completar todo el ritual bajé a desayunar.

domingo, 21 de julio de 2013

Cpitulo 11: '' Invitación libre de Indagación'' I

La clase transcurrió lenta. Aburrida. Los temas de historia no me resultaban muy animados y me producían una grave somnolencia. Permanecía medio-atenta a las explicaciones del profesor, hasta que dijo algo que llamó mi atención.
-          Bien, como trabajo con nota, tendréis que hacer un trabajo escrito de algún lugar con historia de la ciudad. El trabajo tendréis que hacerlo en parejas y deberán ir incluidas imágenes que muestren los ámbitos y temas de los que estáis hablando.- el profesor, acto seguido fue paseándose por las filas formando las parejas para el susodicho trabajo. Cuando llegó a mi altura, se paró delante de mí.- Bien usted, señorita Collins, irá con el señor Rembrance. Considero que ustedes dos se entenderán bien.
Me quedé pensativa un momento. No sabía los apellidos, ni siquiera los nombres, de las personas de mi clase. ¿Quién era ese tal Rembrance?
-          Bueno. Pues parece que nos ha tocado a los dos juntos.- Nathaniel me dio un golpecito en el hombro para llamar mi atención- Me alegro de que me haya tocado contigo en ved de con otra persona.
Por alguna razón esas palabras me sonrojaron.
-          Lo mismo digo…- me quedé mirándole a sus ojos oscuros  y luego me di la vuelta rápidamente. El profesor había proseguido con la clase-.
La mañana a partir de ese momento  transcurrió más ágilmente, pero sin ningún hecho que merezca la pena resaltar más de lo debido. De camino a casa iba escuchando música, como de costumbre, cuando de repente noté que algo me tiraba del brazo. Por alguna razón, antes de girarme, ya sabía quién era el que me había parado en seco en medio de la calle.
-          No te acerques a él Raven…- era Rían, que me miraba fijamente a los ojos-.
-          ¿Pero qué estás diciendo?- me quité los cascos rápidamente-.
-          No te acerques a Nathaniel. Hazme caso, aléjate de él-.
-          Pero bueno, tú no eres quién para decirme con quien tengo que hablar ni con quien debo juntarme. A demás no sé de qué  estás hablando.
-          Esto no es una broma Raven. Aléjate de él.-acto seguido el rubio me soltó el brazo y ando deprisa calle abajo-.
(Pero qué narices le pasa a ese… Volví a retomar mi camino hacia mi casa.  No podía quitarme de la cabeza sus extrañas palabras. ¿A qué se referirá con eso?.... En cualquier caso da igual. No puedo alejarme de él cuando nos ha tocado hacer un trabajo juntos.  Ahora que pienso  mejor en ello, esa podía ser una gran excusa para meterme en la casa de Nathaniel. Es una casa extraña y me hubiera gustado verla por dentro nada más llegar al pueblo.) De camino a casa, lo que duró ese trayecto, pasé el tiempo pensando cómo sería la mansión. Una casa tan antigua no podía albergar nada más que secretos ocultos dignos de cualquier historiador. Esa idea me resultaba tanto más que llamativa y tentadora….
Al llegar a la esquina me acerqué un poco a la casa que los Señores Rembrance, los padres de Nathaniel, habían heredado recientemente. Me disponía a acercarme un poco más para apreciar los detalles mejor cuando un gran coche negro pasó por mi lado y se paró en la puerta de la mansión. Era Nathaniel que, justamente, había llegado. Para mi suerte, no se enteró de mi presencia. No me agradaba la idea de que pensara que era una acosadora que merodeaba a cada instante por su casa y que iba persiguiéndole a donde quiera que vaya, pese a que ya era tarde porque ya daba esa sensación. Fuese donde fuese siempre aparecía el de improvisto. No me apetecía que esa idea se agravara y me fui corriendo en cuanto estuve lo suficientemente segura de que nadie me veía. Llegué a mi casa y Max ya estaba allí. Nuevamente la madre de su nuevo amigo le había traído a casa en coche.
-          Holaaaaaaaa…Ya llegué- solté como si fuse un alarido y dejé caer la mochila en el suelo. Mi madre salió de la cocina y me llamó para que fuese a darle un beso y para que pusiera la mesa-.
-          ¿Qué tal el día?- me dijo con su tono afable mientras freía algo- ¿algo nuevo, o ha sido un ‘’muermo infernal’’ como tú dices? –se rió pícaramente- pásame el plato de tu padre anda.
-          Ahhh… que bien me conoces, pero no. Esta vez no. Ha sido un día entretenido. Me he dedicado a indagar por el instituto…-le pasé el plato- es muy grande. ¡Ah!, una cosa, tengo que hacer un trabajo para historia. El profesor nos lo ha mandado hacer por parejas, a mi me ha tocado con Nathaniel Rembrance…
-          Oh, un chico, ¿y es guapo?- dijo ella apartando la mirada de la sartén y posándola en mí-.
-          ¡MAMÁ!- la miré molesta-.
-          Vale, vale…solo era una broma. ¿Entonces quien es ese chico?- me quedé pensativa un momento. Nathaniel era un poco ‘’peculiar’’, y temía que mi madre lo tachara por vivir en la mansión-.
-          Pues es…- le di otro plato- Es el hijo de los Señores Rembrance… vive en la mansión de la calle de al lado..- me quedé mirando al suelo mientras hablaba. No levanté la vista de mis botas pero aun así sabía que mi madre me estaba mirando-.
-          Oh, ¿y es majo?- devolvió la vista a la sartén chisporroteante de aceite-.
-          Si, si lo es. Es buena persona… El trabajo es sobre la historia de algún monumento de la ciudad- entonces, los genes comunes entre mi madre y míos salieron a relucir por primera vez en mucho tiempo-.
-          Perfecto. Así podríais hacerlo sobre su casa. Es una mansión antigua y seguro que tiene mucha historia…- me quedé mirándola y me guiñó un ojo. Me sonrojé un poco sin saberlo… En esos momentos se  notaba a la legua que éramos madre e hija…Le sonreí con cierta timidez-.
-          Si…
Sonó el timbre justo en ese mismo instante. Fue todo un alivio porque estaba apunto de comenzarse un silencio incomodo entre ambas y no me apetecía para nada, asique fui a abrir corriendo la puerta como alma que lleva el diablo. Al otro lado del incesante sonido agudo del timbre encontré a mi padre, el cual, estaba alegre. Mi padre era de esas personas que son poco mas opacas que  un cristal traslucido y transparente. Me alegró mucho verle de tan buen humor. Había pasado relativamente poco tiempo desde la mudanza y ya parecía un hombre nuevo. La idea me hizo gracia, porque de alguna manera una cambio de aires de esas características nos vino estupendamente a toda la familia. Digo a toda la familia porque mis padres fueron hijos únicos, por lo que no tengo tíos ni tías, y mucho menos primos. Y en cuanto mis abuelos… bueno, los padres de mi madre murieron en un accidente de coche antes de que yo naciera, al igual que mi abuelo por parte de padre. Mi abuela murió cuando yo era pequeña. Por suerte tengo fotos y aun la echo mucho de menos, pero ya ha pasado tiempo…aunque al principio me costó asumir su muerte.

Mi hermano bajó corriendo las escaleras a darle un beso a mi padre y, tras saludar a todos, nos sentamos a comer. Como siempre todos contaron cómo fue su día o más bien su mañana. Yo, en cambio, preferí ahorrarme el detalle del trabajo. Por posibles repercusiones de mi padre. Nada más terminar de comer subía mi cuarto, en principio con la idea de hacer los deberes del instituto, pero al abrir la puerta, Jack, me espetaba sentado en el suelo muy erguido mirándome fijamente. Era un gato al que trataba como a una persona y me agaché para disculparme por no haberle saludado nada más llegar a casa. Acaricié las orejas del felino y este se tumbo en el suelo dando a entender que quería que le rascase la barriga como indemnización. Una vez cobrada su recompensa subió de un salto a mi cama donde se acomodó. Me maulló y fui a tumbarme con el un rato. Ambos disfrutábamos extremadamente la compañía del otro, ya que él siempre fue mi mejor amigo. Estando tumbada en la cama me acordé de que había subido en principio para hacer la tarea… pero pensándolo mejor, al día siguiente las clases no eran muy duras. La única más fuerte era educación física así que, haciendo caso de mi sentido gatuno y sin duda a las exigencias de mi compañero de cama, opté por apartar los ejercicios de matemáticas y las oraciones de análisis de lengua y me dediqué a imaginar cosas en mi cabeza mientras le daba una alegría a mi gato al cual le acariciaba el lomo mientras este ronroneaba como muestra de agrado.

domingo, 26 de mayo de 2013

Capitulo 10: ''Incursiones en Saint Century Highschool''

Durante todo el descanso me dediqué a recorrer los pasillos de Saint Century. La escuela debió ser una catedral o algo por el estilo. Los techos eran de piedra y tenían varios pisos. Las paredes eran de piedra y los adornos de las columnas estaban muy trabajados. Inspeccioné los pasillos. Todos los balcones daban a un patio interior en el que un césped, muy bien cuidado, y un fuente de piedra adornaban el espacio. Bajé y subí pisos. El instituto era muy grande. En la primera planta, donde estaban la mayoría de las clases de primero junto con el gimnasio, encontré unas escaleras que bajaban. Al final de ellas se situaba una puerta de madera vieja y descuidada. Empujé un poco y la puerta cedió. Dentro estaba oscuro y hacía un poco de frío. La única  luz que bañaba la estancia era la de cuatro ventanas adornadas con unas preciosas y coloridas vidrieras.
-          Vaya…- dejé escapar un susurro de admiración-.
El lugar estaba polvoriento. Al final del todo podía distinguirse lo que, en su tiempo, pudo ser un altar, pero ahora todo estaba lleno de objetos y material escolar. Pudo ser en algún momento la capilla del colegio, pero que ahora hacia la función de almacén.
Conforme iba andando, mis botas hacían ruido que retumbaba produciendo un eco sordo. De pronto un escalofrío me recorrió la espalda. La puerta se cerró de golpe.
-          Esta era la antigua capilla del instituto- una voz desde detrás de mí se acercaba lentamente-.
Del susto se me cayeron los libros al suelo haciendo un estruendo ensordecedor que levantó una nube de polvo del suelo.
-          No hagas ruido- la voz seguía hablando mientras yo permanecía inmóvil, pero me era familiar-.
Me giré lentamente y vi al propietario de la voz, recogiendo mis libros del suelo. Era Nataniel. Me quedé sorprendida y cuando reaccioné, me agaché y recogí los libros que faltaban.
-          Um…gracias… ¿Qué haces aquí?- dije inquieta-.
-          Siempre vengo aquí en los descansos, y tú?
-          Om… estaba inspeccionando el instituto…- Ahora el chico parecía diferente. Más cercano y amable. No tan frío como en la clase…-.
-          Y… ¿qué te parece nuestro ‘’pequeño’’ instituto?- Dijo sentándose de brazos cruzados sobre uno de los muebles apilados en medio de la sala-.
-          Om… Pues… es un edificio antiguo. Tiene cierto encanto siniestro, me gusta. Pero la gente deja mucho que desear- le dije riendo-.
-          Tienes toda la razón. A más de uno le vendría bien un buen escarmiento que le quite la estupidez- me hizo un gesto con la mano para que me sentara a su lado- La gente de aquí es idiota…-esbozó un gesto confuso y triste a la vez- ¿y qué piensas del baile?¿ vas a ir con ‘’Mr. Popularidad’’?
-          JÁ. Ni en broma. Ese chico me da nauseas. No soporto a la gente como él. A demás, aun así, no creo que vaya. No tengo pareja..- me quedé seria y luego exclamé en tono nervioso- Bueno, a ver… tampoco es que quiera… en fin…- me aclaré la voz- ¿y tú? ¿irás?
-          No. No iré. Nunca he ido a uno del instituto peso a que se celebra todos los años- se levantó- No es que me lleve muy bien con la gente de aquí. Prefiero mantenerme apartado y no mezclarme con los demás. Por eso siempre vengo aquí…
La campana sonó y el ruido me sobresaltó. Me levanté y me sacudí para quitarme del pantalón negro los restos de polvo.
-          De veríamos volver ya- me dijo abriendo la puerta y haciéndome un gesto de cortesía. Nos encaminamos a la clase.- Por cierto…¿ya estás mejor?
-          ¿Eh?- respondí estúpidamente-.
-          Te mareaste en medio de la clase y me tomé la libertad de acercarte en coche a tu casa…
-          Oh..¿fuiste tú?, ¿cómo sabes dónde vivo?- me paré en seco-.
-          Bueno… el día que llegaste aquí e vi merodeando por mi casa buscando a tu gato.
-          Entonces… ¿tú vives en la casa antigua?
-          Eso parece- se rió suavemente- es una herencia que mis padres y yo acabamos de aceptar hace relativamente poco tiempo. Pero ahora vivo con mi tío ya que mis padres están en Rumanía arreglando el papeleo de la propiedad…
-          Así que eras tú…Tu casa es muy…interesante…-me miró y comenzó a reír-.

Llegamos a la clase y, como siempre, las miradas de todos nos escudriñaron de arriba abajo. Nathaniel y yo nos sentamos en nuestros asientos, uno delante del otro. Desde el otro lado de la clase podía sentir la mirada de Rían, con el ceño fruncido observando a mi extraño acompañante que permanecía tranquilo, inmóvil, mirando por la ventana….¿Por qué Rían odiaba tanto a Nathaniel?

Capitulo 9: '' Invitación... DENEGADA''

Llegué a la puerta de la clase y , nada más abrirla, todo el mundo se quedó unos segundos en silencio y luego prosiguió el murmullo con más fuerza aún. Me encaminé a mi sitio y dejé la mochila en la mesa de un golpe. Me senté y me puse los cascos, con la música de Deathstars en el móvil. Aún con la música casi atronándome los oídos, podía seguir oyendo el molesto murmullo de la clase que me miraban y cuchicheaban sin disimulo alguno. Estaba mirando por la ventana cuando noté una presencia.
-          Hola… ¿cómo estás?..-miré hacia mi derecha y vi a Miriam, que me observaba de pie con sus ojos azules posados en los míos. Pensé un momento-.
-          Om…Bien, gracias…
-          ¿Te suele pasar muy a menudo?- volvió a preguntar la chica expectante-.
-          No…no, que va. Solo fue un bajón de tensión. Pero ya estoy bien- dije quitándome el otro casco de la oreja para oírla mejor-.
La chica esbozó una sonrisa comprensiva y me miró con una expresión aliviada.
-          Me alegro mucho-sonrió- Todos nos asustamos cuando te desmayaste sin mas en la clase de historia… Si te encontrabas mal habérmelo dicho y te hubiera acompañado a la enfermería- se quedó mirándome esperando una respuesta-.
-          Om….Gracias- dije sorprendida- Bueno…lo…lo tendré en cuenta-le dediqué una sonrisa amable, a la cual, ella respondió con una más grande aún-.
-          Vale (jijiji) si tienes alguna duda, o necesitas ayuda o algo, no dudes en decírmelo, ¿vale?
-          Em…vale-sonreí-.
-          Genial. Hasta luego- me hizo un gesto con la mano y se fue sonriente a su sitio-.
La puerta de la clase se abrió y Nathaniel entró. Serio, como siempre, y sin decir una palabra. Caminó hasta su  sitio, dejó la mochila en el suelo y se sentó con las espalda apoyada en el respaldo. Me quedé mirándolo inconscientemente  con los cascos aúnen la mano. Me miró y giré la cabeza, avergonzada por alguna razón, y me coloqué mirando hacia delante.
-          Buenos días.-dijo el chico, desde su asiento situado detrás de mi-.
-          Buenos…días…-respondí desde mi posición sin girarme-.
-          ¡Ohhhhhh! Pero miren…”Morticia” y el “Sr.Drácula” están empezando a congeniar- gritó Rían desde su sitio, en su afán de joder, como siempre-.

Estaba cansada. No había dormido nada esa noche y no me apetecía aguantar las ‘graciosas ocurrencias’ de ‘’Ms. Güaperas’’ desde primera hora de la mañana, así que dando un golpe seco en la mesa grité.
-          ¡Muérete Rían! -.
La clase comenzó a gritar exclamando un sonoro ‘’ooohhh…’’ en conjunto. El profesor hizo acto de presencia y todo el mundo se sentó en su sitio, en silencio.
-          Queridos alumnos, sabéis que se van a acercando las vacaciones de primavera y, como todos los años, tendrá lugar un baile- toda la clase empezó a murmurara- Para ello habrá una excursión a la playa, a la que se accederá en autobús. Allí pasaremos 3 días alojados en un hotel, y la noche del segundo día tendrá lugar el baile en el salón del hotel. Todo el que quiera ir podrá recoger las autorizaciones en secretaría. En las autorizaciones vienen puestos todos los de talles de importancia.
Una vez dicho esto, y en cuanto el profesor comenzó la clase, todo el mundo (sobre todo las chicas)  comenzaron a hablar en susurros o por notitas de la nueva noticia.
(- ¿Un baile? JÁ. Que original…)- pensé en tono sarcástico para mis adentros-.
La noticia del evento hizo saltar las alarmas de  todas las chicas del instituto. Debían pensar rápidamente para conseguir una pareja e ir a por el ‘’vestido perfecto’’. Eso me ponía tremendamente nerviosa y me asqueaba la idea de imaginar a todas esas chicas haciendo cola en las tiendas y en las boutiques para vestirse con todas las horteradas posibles.
Las clases hasta el recreo se me hicieron eternas. Cuando el timbre liberador anunció el comienzo del descanso, recogí mis cosas rápidamente y me apresuré a la puerta. Cuando iba a salir, la puerta me fue inoportunamente obstaculizada.
-          ¿ Qué quieres Rían?- Le lancé una mirada matadora al rubio que dejaba ver con total claridad que la interrupción no era deseada.
-          Bueno. Pensaba que , como eres nieva y no conoces a nadie, quizá deberías unirte al grupo de chicas con las que iré al baile- se retocó egocéntricamente el flequillo con la mano- Te  estoy haciendo un favor al darte la oportunidad de venir conmigo ¿sabes?- me miró fijamente- Al bailar conmigo tu popularidad subirá enormemente.
-          Seré directa porque tengo prisa y no me hace gracia perder mi tiempo contigo. Ni loca iría contigo al baile- lo cogí firmemente del brazo y lo aparté de la puerta, pero él volvió a ponerse en medio-.
-          No lo entiendo. Todas se mueren por ir conmigo. No puedes decir que no.
-          ¿Cómo que no puedo?, atento,- cogí aire y grité- ¡NO QUIERO IR AL BAILE CONTIGO! – toda la clase enmudeció y luego estallaron en sonoras carcajadas-.

El rubio se quedó callado, muy sonrojado y con el ceño fruncido. Se apartó de la puerta y se fue con aire enfurecido hacia el pasillo, dejándome el paso libre.